Salve Octavio...

Bueno, mi computador de escritorio ya casi está listo. Después de comprar una placa madre nueva y de pasar las de quico y caco durante dos semanas tratando de instalarla... no me quedó más remedio que llevarla a casa de mi estimado amigo Octavio, para intentar lo último antes de devolverla con garabatos y maldiciones.
No es fácil pedirle una mañana de su preciado tiempo. Aun más cuando se trabaja como bestia durante toda la semana, y el sábado y domingo apenas alcanza para repartirlo entre una esposa y tres pequeños chicos. Pero Octavio es un buen tipo. Desde que lo conozco, su paciencia envidiable, su buen humor constante y su siempre positivo carácter, constituyen sus mejores cualidades. Así, este ocupado esposo y padre se hizo de un tiempo que no le sobra, para revisar y desentrañar las múltiples incompatibilidades y conflictos entre una placa madre nueva, dispositivos viejos, cables torcidos y una Bios desencontrada de fábrica. Todo esto, mientras yo paseaba y acunaba a su pequeño Gabriel.
Sean estas palabras mi agradecimiento a tu ayuda, siempre amable. En realidad, los buenos deseos están de más, para quién a sido ya premiado por la vida, en la cálida mano de su esposa, en el rebelde pelo de Felipe, en la sonrisa cómplice de Sabita y en los ojos cautivantes de Gabriel.