Una nueva víctima...
El horror se presenta de nuevo.
Los atentados en la ciudad de Londres, contra inocentes, que viajaban en los medios de transporte público, impacta. Una ciudad entera es victimizada. Víctimas de la muerte. Y víctimas del miedo. Pues, con el horror viene el miedo. Y con el miedo, se logra un poder increíble. Y eso lo saben muy bien los autores de la matanza, los terroristas, los criminales.
Pero también lo saben algunos políticos.
Varias veces hemos visto, como algunos de los líderes del G8, utilizan el miedo como una de sus más efectivas herramientas de control político (no contra sus enemigos, sino contra sus propios pueblos). El propio presidente Bush, ante cada baja de su popularidad o creciente descontento de la opinión pública, no trepidaba en hacer sonar las alarmas, y promover el pánico en su nación (al contrario de lo que un líder debiera hacer). Y así acallar a los disidentes y controlar al pueblo.
Y ahora, nuevamente el miedo es aprovechado por ellos, para beneficio de sus intereses.
Todos los medios, y la opinión pública mantenían una mirada expectante y una presión creciente sobre los miembros del G8. Conciertos, artículos, discursos, marchas, etc. Toda una lucha, para promover el tema de la pobreza del tercer mundo, (la justicia social, la cooperación económica, el hambre en África, etc), como parte de la agenda de la reuniones de estos líderes.
La presión se volvía incontenible. La ciudadanía se manifestaba y exigía atención. Exigía ser oída por los grandes poderes, por los medios, por otros ciudadanos menos concientes.
Pero vinieron los atentados. Y Con ellos el horror y el miedo. Y toda la atención que existía... toda la preocupación... todo ese esfuerzo por manifestar... son borrados de un plumazo. Son desplazados. Ya no están en la atención de los medios. Ya no es noticia. Se ha olvidado. Ya no hay ninguna presión.
Y esto lo agradecen los líderes del G8.
Ahora son ellos nuevamente, los que dictan los temas (la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la represión, el control). Ya nadie les exige ser oídos. Ya nadie les impone una nueva agenda. Ya nadie marcha protestando contra su indiferencia. Ya nadie pide respuestas a los problemas de pobreza y salud de tantos países.
Y así, vemos como una nueva victima se suma a la larga lista de muertes de inocentes... la justicia social para los mas pobres de este mundo.
Los atentados en la ciudad de Londres, contra inocentes, que viajaban en los medios de transporte público, impacta. Una ciudad entera es victimizada. Víctimas de la muerte. Y víctimas del miedo. Pues, con el horror viene el miedo. Y con el miedo, se logra un poder increíble. Y eso lo saben muy bien los autores de la matanza, los terroristas, los criminales.
Pero también lo saben algunos políticos.
Varias veces hemos visto, como algunos de los líderes del G8, utilizan el miedo como una de sus más efectivas herramientas de control político (no contra sus enemigos, sino contra sus propios pueblos). El propio presidente Bush, ante cada baja de su popularidad o creciente descontento de la opinión pública, no trepidaba en hacer sonar las alarmas, y promover el pánico en su nación (al contrario de lo que un líder debiera hacer). Y así acallar a los disidentes y controlar al pueblo.
Y ahora, nuevamente el miedo es aprovechado por ellos, para beneficio de sus intereses.
Todos los medios, y la opinión pública mantenían una mirada expectante y una presión creciente sobre los miembros del G8. Conciertos, artículos, discursos, marchas, etc. Toda una lucha, para promover el tema de la pobreza del tercer mundo, (la justicia social, la cooperación económica, el hambre en África, etc), como parte de la agenda de la reuniones de estos líderes.
La presión se volvía incontenible. La ciudadanía se manifestaba y exigía atención. Exigía ser oída por los grandes poderes, por los medios, por otros ciudadanos menos concientes.
Pero vinieron los atentados. Y Con ellos el horror y el miedo. Y toda la atención que existía... toda la preocupación... todo ese esfuerzo por manifestar... son borrados de un plumazo. Son desplazados. Ya no están en la atención de los medios. Ya no es noticia. Se ha olvidado. Ya no hay ninguna presión.
Y esto lo agradecen los líderes del G8.
Ahora son ellos nuevamente, los que dictan los temas (la seguridad, la lucha contra el terrorismo, la represión, el control). Ya nadie les exige ser oídos. Ya nadie les impone una nueva agenda. Ya nadie marcha protestando contra su indiferencia. Ya nadie pide respuestas a los problemas de pobreza y salud de tantos países.
Y así, vemos como una nueva victima se suma a la larga lista de muertes de inocentes... la justicia social para los mas pobres de este mundo.
1 Comentarios:
lamentablemente veo que cada vez la sorpresa ante estos hechos va disminuyendo... no en todos claro está... pero aún me pregunto... POR QUÉ.
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