Personal y de Arquitectura.
¿Se puede hablar de lo personal y lo arquitectónico como reza el título de este blog?
Me refiero a juntar ambas cosas, y no hablar de ellas por separado.
Veamos...
Hablando con un colega mayor, en el trabajo, el me preguntó que me hizo interesarme en la arquitectura. La verdad, es que la pregunta me pareció referirse a cual era el recuerdo más remoto, que yo tenía sobre una observación referida a un hecho de naturaleza arquitectónica, que me hubiera tocado personalmente. Y es que muchos de nosotros solemos atribuir nuestra elección de oficio, por algo que nos marcó en algún momento de la infancia. Y tanto así, que esa observación aún se encuentra en nuestra memoria.
Desde esa conversación he recordado tres momentos. Así que comentaré hoy el más cercano...
Yo estaba hablando en ese momento de mis recuerdos del colegio. Recordaba con singular presencia la gran losa del patio de recreo. Hablaba de como esta se ponía muy blanca en los días invernales. La escarcha la cubría de tal forma, que se volvía más lisa y más continua. Gustábamos de patinar sobre el hielo, deslizándonos a gran velocidad. También en verano tenía un papel especial, como gran plaza de juegos, encuentro, deporte y estudio.
Pero recuerdo con especial claridad, cierto día en que llegué muy temprano en la mañana a la escuela. Aún no llegaba nadie y faltaban pocos minutos para que el sol despuntara sobre la cordillera (la que se ve aquí en inusual cercanía). El cielo estaba con algunas nubes que formaban un manto semi cerrado, pero continuo. Yo me encontraba en ese momento, absolutamente solo en el patio y creo que estaba leyendo un cuaderno o un libro, cuando repentinamente sus hojas blancas se comenzaron a teñir de un leve tono rosado. Levanté la vista y para mi sorpresa todo a mi alrededor comenzaba a cubrirse de un color entre naranja y salmón. Pero en un efecto desconcertante. Como que el aire mismo se impregnara de este color, dejándolo flotar a mi alrededor. Casi como una neblina. Como algo casi sólido.
Se trataba del sol, que al encumbrarse por sobre la cordillera, derramó rayos de tonos rojos sobre las nubes blancas, las que a su vez las proyectaron sobre el patio de la escuela. Pero el efecto, como decía, era más saturante y envolvente. Y era que el patio mismo, de cemento blanco, recibía la luz coloreada, atrapándola y volviéndola a reflejar, haciendo que esta inundara con más intensidad las fachadas mismas de los edificios de salas, de los troncos pintados de blanco de los árboles que adornan sus costados, y el espacio mismo del patio de recreo.
Puede decirse que se trata de un fenómeno común del alba. Incluso que es una observación algo cursi. Pero lo importante es que me “toco”, como no lo había hecho nunca (y la verdad es que nunca volvía a ver el fenómeno tan intensamente).
Y es que creo, se trató de un momento breve pero intenso de “vínculo” entre ese espacio del hombre y el de la naturaleza. Donde sol, cielo y montaña, al conjugarse en una luz (como los materiales de un instrumento, que generan un acorde o un sonido), hicieron que el patio de mi escuela (y por ende a mi) “entrara en resonancia” con esa dimensión inmaterial, casi cósmica de los ecos luminosos de un alba.
4 Comentarios:
Pero antes que la obra de Arquitectura, esta el planeta.
Y ustedes dos señoritas... ¿Cual es el primer recuerdoque tienen de una observación arquitectónica?
que gratificante es conectar las cosas, la luz, los materiales y las neuronas... y que gratificante es expresarlo y sentirlo atraves de los demas.
Ahhhhhhhhh, pues es una larga y loca historia. Y voy a escribir una entrada... ¡De veras que lo haré! Voy a cambiar la que dije escribiría sobre Gaudí por mi realción con la Arquitectura.
Así, pronto, en A través del monitor, el día que Tae Sandoval se equivocó de carrera xD!
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