El problema de tener un blog, es que a veces te sientes obligado a comentar sobre ciertos temas que suenan en la palestra pública, pero de los que no te gustaría hablar. Sobre todo, por que no te sientes cómodo con ese tema.
En el diario de
La Nación On Line, leí un artículo de Manuel Martínez Opazo, titulado
“La nueva estética de la casa chilena” .
En el, entre otras cosas, se queja de lo feas y pequeñas que son las actuales viviendas, para la clase media (se refiere a esa gran cantidad de edificios de departamentos que se construyen en sectores residenciales poco densificados, y que con una estética simplona y en muchos casos, una baja calidad, van deformando lo que en algún momento fue una identidad de barrio reconocible).
Pero, en el fondo, el artículo hace una interpelación hacia los académicos y al gremio de los arquitectos, por toda esta tendencia.
La verdad, es que poco ingenioso encuentro el artículo, para abordar el tema (je, je, je, usted nos critica, ahora yo lo critico a usted). Pero su defensa está, en que la opinión del señor Opazo, es la opinión de mi madre, la mía y la de muchos otros (recuerdo, que hace unos años, acompañé a mi madre a visitar algunos "departamentos piloto", y podía ver en su rostro el desagrado, al asomar la nariz al interior de las diminutas cocinas y dormitorios. Su pregunta típica era:
"y la lavadora, y la cómoda... ¿dónde van?").
La verdad, es que resulta difícil hablar de este tema, por que se trata de algo, que a la mayoría de los estudiantes, académicos y arquitectos jóvenes, les despierta un gran rechazo. Y más que rechazo, desprecio. Y más que desprecio, nos incomoda hasta el nivel de marginarlos de nuestras revistas especializadas e investigaciones.
Si, lo renegamos y despreciamos. Y más aún, porque la gran mayoría de los arquitectos, somos totalmente ajenos a ese campo. No participamos del mercado inmobiliario de alta densidad.
Lo que se ve ahí. Es reflejo de otro mundo. Muy ligado al poder político y económico. Ellos, no creo que busquen hacer ciudad, ni identidad de barrio, ni la felicidad de la familia chilena (aunque lo escriban en los pendones publicitarios). La verdad, es que no se que buscan...
Una arquitectura de calidad a gran escala requiere, como todo lo bueno, mucho tiempo, trabajo y costos altos. Y no se si esa es la fórmula que usan los empresarios en Chile para hacer negocios (como dije, no pertenezco a ese mundo y no conozco a colegas que participen de el).
Intuyo que la gran mayoría de los arquitectos actuales (y seguramente los que vendrán) se mueve en un mundo más próximo. Más sencillo y más humilde. Hacen arquitectura de pequeña escala, doméstica: una ampliación como dormitorio para los niños, una casa de veraneo en la playa, una tienda. Son como aquel viejo médico de familia. Ese que nos visitaba en nuestras casas y terminaba conociendo nuestros secretos y atendiendo a nuestros conocidos.
En los
círculos académicos, se habla del tema desde un nivel más global. Más urbano. Más teórico. Y claro, muy crítico. Pero, como es sabido, las empresas y los negocios, en Chile, no dialogan con las universidades.
No sé, lo que piensa
el gremio. Busqué en su
web y no encontré nada. Habrá que esperar a ver que sale en la
Bienal de este año.
En fin. Tal vez, también, junto con preguntarle a los arquitectos, debamos solicitar a los ingenieros comerciales y empresarios (que son los que mandan en estos tiempos), una respuesta más directa.
Aunque, es probable que nos digan, esa frase tan típica, de ellos:
“...lo sentimos, no es nada personal. Son solo negocios”.
PD: De lo que si he querido comentar, es el tema de las casas “chubi”. Pero eso es un post que aún estoy trabajando.